Aleardo F. Laría - Agencia DyN
BUENOS AIRES.- La presidenta Cristina Fernández se ha entrevistado en Nueva York con George Soros, considerado el especulador financiero más exitoso de la historia. Soros se hizo famoso cuando consiguió doblegar al Banco de Inglaterra, el 16 de septiembre de 1992, provocando la salida de la libra esterlina del Sistema Monetario Europeo. Gracias a eso, Soros obtuvo una ganancia de U$S 1.000 millones. Para la presidenta argentina es evidente que no todos los buitres son iguales, de modo que, de aquí en adelante, a los kirchneristas se les presenta una nueva dificultad: distinguir a los buitres buenos de los malos.
Soros fundó Quantum Found, uno de los principales fondos de cobertura (hedge fund) del mundo. Los fondos de cobertura son los que más se aproximan a lo que el kirchnerismo ha rebautizado como “fondos buitre”. Operan como vehículos de inversores que prefieren asumir altos riesgos para obtener elevadas ganancias. Usan estrategias sofisticadas, con apalancamientos arriesgados, jugando en contra de las tendencias del mercado. No están disponibles para el público, dado que requieren elevados mínimos de inversión y se pueden considerar la expresión más representativa de la especulación financiera internacional. A la consideración de ser el más exitoso buitre de la historia, Soros une otro rasgo que erizaría la piel de cualquier noble seguidor de la epopeya inaugurada por Néstor Kirchner. El financista húngaro es un declarado neoliberal, seguidor de Karl Popper, uno de los filósofos más destacados del liberalismo político autor de “La sociedad abierta y sus enemigos”. Por eso, ha fundado el Open Society Institute desde donde ha suministrado fondos a todas las causas liberales del mundo. Respaldó al movimiento sindical anticomunista Solidaridad de Polonia, a la organización Carta 77 de Checoslovaquia y a los promotores de la Revolución Rosa en Georgia. Que la presidenta argentina no haya tenido reparos en reunirse con una persona de estos antecedentes políticos y financieros no debiera sorprender. Forma parte de las contradicciones comprensibles en un relato endeble, pueril, construido con muy pobre información. Hace pocos días, la Presidenta incorporaba a un supuesto director de American Airlines llamado James Albaugh (en realidad el CEO de esa compañía es Doug Parker) en la jaula de los buitres malos. Le atribuía ser -o haber sido- asesor del fondo de inversión The Blackstone Group, uno de los grupos acreedores que entró en la reestructuración de la deuda soberana, aceptó la quita propuesta por la Argentina y es actual tenedor de un importante paquete de acciones de YPF.
Aunque según Cristina Fernández “todo hace juego con todo”, la sensación que se tiene después de leer sus discursos y alguno de los tuits emitidos el día anterior a su partida, es que no parece muy acertada en la caracterización que hace de los fondos de inversión financiera internacional. Los coloca en la jaula de los buitres buenos o malos, sin atender a lógica alguna. Según la Asociación Internacional de Fondos de Inversión, a fines de 2013, el patrimonio bajo gestión de los fondos de inversión en todo el mundo era de U$S 29 billones (12 ceros) y el de los fondos de pensiones de U$S 23,5 billones. De modo que entre ambos manejan U$S 52,5 billones equivalentes a 75,5% del PBI mundial. Se calcula que hay más de 75.000 fondos en el mundo. Además de los hedge founds, existen fondos de inversión soberana que son vehículos financieros creados por los países ricos en materias primas o con superávit fiscal.
Otros son los fondos de inversión éticos, que garantizan a los inversores que sus dineros se canalizarán hacia empresas que contribuyan al desarrollo sostenible del planeta. Últimamente, han tenido fuerte expansión los fondos cotizados, que adoptan una política de inversión pasiva, basada en el seguimiento de índices bursátiles.
El rey de los fondos de inversión es BlackRock, que maneja un patrimonio de U$S 3 billones (seis veces el PBI de la Argentina).
En la Bolsa española es el inversor más fuerte y uno de los principales accionistas del Banco Santander, del BBVA y de Telefónica. Además es titular de un importante paquete de acciones de YPF. Fue confusamente introducido en la jaula de los buitres malos cuando la Presidenta pronunció aquel discurso en el que anunció que le iba a aplicar la Ley Antiterrorista a los directivos de la empresa Donnelley (buitres también clasificados como malos). Por entonces, trascendió que Miguel Galuccio la llamó espantado para explicarle que si se retiraba BlackRock, las acciones de YPF se caían en picada.
Los fondos de inversión canalizan miles de millones de ahorros de los particulares y desempeñan un papel esencial en la financiación de empresas y países. La última estupidez que podía cometer un político en un país tan necesitado de inversiones como la Argentina es demonizar a los fondos de inversión.
La retórica irresponsable es incompatible con las necesidades de inversión que permitan poner en valor a las riquezas dormidas de Vaca Muerta.